Pedro Salaberri,  Gallico de Oro de NAPARDI 2008,  nacido en Pamplona en 1947, es un  pintor poético, que impregna de tranquilidad a sus cuadros, dotándolos de  belleza, renunciando a lo que le molesta y haciendo de aquello que nos enseña,  algo más bello e ilusionante que lo que es en realidad, para transmitir una  aureola etérea entre lo real e irreal, de aquello que refleja con su pintura.
  A los 18 años ingresó en la Escuela de Artes y  Oficios, donde compartió aulas y clases, entre otros con Mariano Royo, Pello  Azketa, Luis Garrido,  Pedro Osés etc, conformando el llamado grupo Pamplona, reinventando la cultura  local y haciendo entre todos las delicias de los que buscaban nuevos movimientos  y horizontes culturales.
  Le gusta el orden en su trabajo, lo hace con  naturalidad, sin aspavientos, con la parsimonia del que tiene el tiempo para él,  y transmite paz, tranquilidad, evoca lo idílico de la vida, tanto en su  pintura, como en su conversación, pausada, pensada, meditada, donde el valor de  su pensamiento está en la realidad cotidiana de la vida, disfrutando de aquello  que vive a diario, sin menospreciar lo ajeno, ya que piensa que cada uno tiene  todo lo suyo y lo del resto es ajeno. 
  Desde su rincón, intenta mostrar su propio estado de  ánimo y en sus pinturas refleja ese amor por el trabajo que realiza, ese  sentido homenaje a cada rincón que pinta, sabiendo que aquello que está  haciendo es importante para alguien, que le traerá recuerdos, añoranzas y  deseos de estar o volver para ver si está igual, y es que, seguramente, Pedro nos  ha hecho un guiño, engañándonos cariñosamente para que siempre pensemos en lo  mejor de cada espacio, de cada ciudad, de cada lugar donde nos ubique  su  pintura.
  A través de su obra, se inventa cada día la vida, va  hacia ella, no espera a que le llame, ni la busca, simplemente va a su  encuentro, mediante el arte, el paisaje, y el trabajo, añadiendo espacios de  vida a los demás.
  Si alguien considera repetitiva su obra, explica que  es como un beso, que también se repite y siempre tiene algo de mágico demostrar  que amas.
  En su afán de trabajo, cuando dispone de tiempo, se permite alguna que otra trasgresión a su actividad principal, haciendo carteles,  diseñando libros o colaborando en alguna obra de teatro.
  En definitiva, una buena persona, trabajadora y, por si fuera poco, un magnífico artista.